miércoles, 2 de febrero de 2011

Conversaciones con la obligación


-          Mujer! Estate quieta ya y siéntate un rato, que están echando una buena peli.
-          Acabo de recoger la cocina y estoy contigo!.
-          Déjalo para luego, te estas perdiendo la mejor escena.
-          Ya sabes que no me gusta dejármela empantaná.
-          Como eres..  Tú sabrás.
-          Ya estoy contigo!  ¿Te apetece un café?
-          Pues si, me apetece.
-          Me siento un momento, me tomo el cafelito, y me cojo la plancha.
-          ¿Y no puedes relajarte un rato sin hacer nada aquí conmigo?
-          Pero cariño, con la cantidad de cosas que tengo yo que hacer…
-          Tú siempre tienes cosas que hacer.
-          Pues si me ayudaras acabaría antes.
-          La comida hay que reposarla, además, aunque te ayude tu seguirás teniendo cosas que hacer…si no tienes plancha te pones a barrer, y sino a limpiar cristales.
-          Pues claro, es que la casa no se hace sola.
-          Si, ya, pero tampoco es necesario que reluzca tanto, pasao mañana está sucia igual.
-          ¿Y si tenemos alguna visita? ¿Qué dirán, con una casa así?
-          Nada, ¡que van a decir!, si es que podemos comer en el suelo.
-          ¿Que te crees, que no me gustaría sentarme un rato ahí contigo?
-          Pues la verdad, a veces pienso que no.
-          Ojalá pudiera! Una mujer tiene que cumplir con sus obligaciones, y la casa siempre tiene que estar en perfecto estado de revista.
-          Pues ya podría ser también una obligación que te permitieras perder el tiempo con tu marido.
-          ¡Pero si yo todo esto lo hago por ti! ¡Para que presumas de mujer!
-          ¿Ah, si? ¿Acaso te pido yo que limpies sin parar?  Yo lo que te pido es que te sientes aquí conmigo.
-          Yo es que no puedo sentarme y ver todo ese polvo por encima de los muebles.
-          Pues mira la tele o mírame a mi.
-          ¿Y si vienen tu suegra o tu madre… que en todo se fijan…y empiezan con sus cosas?
-          ¡Pues no les hagas caso!  Si ya sabes como son.
-          Es que me hacen sentir mal.
-          ¿Tu no te das cuenta que aunque todo reluzca como el oro siempre encuentran algo que esta mal?
-          Por eso quiero que todo esté perfecto.
-          Es que da igual, aunque esté bien te van a decir que no está bien del todo, se quejaran de lo que les dé la gana, ¡ni siquiera saben por qué son tan “porculeras”!
-          ¿Entonces crees que si me paro no pasará nada?
-          Claro que no cariño, yo creo que lo hacen sin darse cuenta, pero es que son así.
-          No quiero que piensen que soy una mala mujer.
-          No es culpa tuya, tú no puedes evitar que ellas piensen lo que les de la gana, esa es su forma de ser. Pero si te sirve de algo yo creo que eres la mejor mujer que puede tener un hombre.
-          Menos mal que te tengo a ti.
-          Déjame que te diga algo querida, aunque no me tuvieras, seguirías siendo una gran mujer.
-          Aayyyy, muchas gracias por decirme estas cositas, pero yo no me veo tan “guay”.
-          Eso es porque te juzgas mucho, y por eso te creas obligaciones, para intentar que todo esté perfecto, pero sabes un cosa, no hay que hacer nada para que todo sea perfecto, tan solo hay que dejar de juzgarse uno mismo.
-          Ohhh! Cuanto te quiero, no me dejes nunca.
-          ¿Te sientas conmigo?
-     Si.

2 comentarios:

  1. ¡JaJaJaJa, Qué bueno! Yo me pasé años con este rollo, pero no por miedo a la suegra, que era una persona estupenda, sino porque si no fregaba el baño tres veces al día me parecía que yo era una mala mujer, y me partía el espinazo limpiando cosas que me importaban tres pitos. Cosas de la educación recibida y de un superyo relimpio en contra de un yo del tipo "ya está bien así".

    ¡Y qué cielo de marido! Se parece al mío (en serio). En parte debe de ser por eso por lo que he podido cambiar. Aún me queda algún ramalazo de cuando en cuando, pero vamos mejorando.

    Un beso.

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  2. Hola Isabel, tienes suerte. Diría que el marido "prota" de mi historia es un tanto excepcional, suele ser más común que este marido sea como su madre, es decir, juzgoso, reprobador y maniático por ejemplo, cuando no, cualquier otra característica machista o neurótica.

    El "prota" de mi próxima historia.. sin pintar, pinta en bastos.

    Un abrazo.

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