“La envidia es una declaracion de inferioridad.” (Napoleón) "La envidia es el cuchillo que recorta la libertad." (Anónimo) “La envidia es el cáncer del talento” (Ignacio Manuel Altamirano) |
- Hola Mónica!, te he visto desde el final del pasillo, ¿Cómo estás?
- Hola Ruth! Pues ya lo ves, aquí de compras!
- ¡Estás muy guapa! ¿Te has comprado algo?
- Tú también lo estás! Si, un vestido precioso, es que tengo una boda dentro de dos semanas.
- Oh! Qué bien, una boda! ¿Quién se casa?
- No la conoces, es una prima mía del pueblo.
- Por cierto, ¿Sabes quién se ha casado? ¡No lo dirías nunca!
- Dame una pista.
- Te acuerdas de la….!no me sale el nombre! la “Pasmada”, aquella chica tan rarita que en clase se sentaba al final.
- Uy, si! Y que era muy sosa, nunca decía nada y mirando siempre pa’bajo.
- Pues me han contado que está casada con un tío guapo y de pasta.
- ¡No puede ser!
- Yo tampoco lo entiendo, ¿Cómo lo habrá hecho? Nadie se fijaba nunca en ella.
- Y además, que vestía de cualquier manera.
- Y con ese tipo que tenía, ¿se habrá hecho algo?
- Seguro que si, en cambio a nosotras no nos hace falta, con un poquito de gimnasio y la mar de monas…
- No sé si creérmelo! Mi Andrés no será tan guapo pero tiene dinero suficiente para que vivamos como reyes.
- A mi tampoco me da envidia, ¡yo los tengo así! ( júntense los cinco dedos de la mano derecha mirando hacia arriba ), …todos guapísimos, sólo espero a uno que sea también ejecutivo.
- Andrés no para de viajar, vendiendo los productos de la compañía, gana mucho dinero, y los dos podemos tener nuestros lujos.
- Pues a mi también me va muy bien, me invitan a cenar y a fiestas y no paro de salir.
- Me parece que la “Pasmada” se puso a trabajar en un laboratorio químico.
- ¡Que rollo! ¿Que tiene de divertido un laboratorio?
- No sé, yo no cambio mi boutique por nada.
- Pues yo prefiero mi trabajo de modelo en publicidad, ¡donde vas a parar!
- Y su marido es médico.
- ¿Médico? ¡no está mal! Un medico que cuando estas malita sabe cuidar de ti.
- Ya te digo! Andrés todavía no sabe si las aspirinas se tragan o se disuelven.
- Vaya con la mosquita muerta!
- (Las dos a la vez) ¿Cómo lo habrá hecho?
Y lo cierto fué que la “Pasmada” no tuvo que hacer nada, sólo hacia su trabajo, y aquel apuesto médico que la conquistó, se hubo enamorado de sus maneras y sobre todo de su inteligencia.
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