domingo, 20 de febrero de 2011

Conversaciones con la envidia


“La envidia es una declaracion de inferioridad.” (Napoleón)

"La envidia es el cuchillo que recorta la libertad." (Anónimo)

“La envidia es el cáncer del talento” (Ignacio Manuel Altamirano)

-          Hola Mónica!, te he visto desde el final del pasillo, ¿Cómo estás?
-          Hola Ruth! Pues ya lo ves, aquí de compras!
-          ¡Estás muy guapa! ¿Te has comprado algo?
-          Tú también lo estás! Si, un vestido precioso, es que tengo una boda dentro de dos semanas.
-          Oh! Qué bien, una boda! ¿Quién se casa?
-          No la conoces, es una prima mía del pueblo.
-          Por cierto, ¿Sabes quién se ha casado? ¡No lo dirías nunca!
-          Dame una pista.
-          Te acuerdas de la….!no me sale el nombre! la “Pasmada”, aquella chica tan rarita que en clase se sentaba al final.
-          Uy, si! Y que era muy sosa, nunca decía nada y mirando siempre pa’bajo.
-          Pues me han contado que está casada con un tío guapo y de pasta.
-          ¡No puede ser!
-          Yo tampoco lo entiendo, ¿Cómo lo habrá hecho? Nadie se fijaba nunca en ella.
-          Y además, que vestía de cualquier manera.
-          Y con ese tipo que tenía, ¿se habrá hecho algo?
-          Seguro que si, en cambio a nosotras no nos hace falta, con un poquito de gimnasio y la mar de monas…
-          No sé si creérmelo! Mi Andrés no será tan guapo pero tiene dinero suficiente para que vivamos como reyes.
-          A mi tampoco me da envidia, ¡yo los tengo así! ( júntense los cinco dedos de la mano derecha mirando hacia arriba ), …todos guapísimos, sólo espero a uno que sea también ejecutivo.
-          Andrés no para de viajar, vendiendo los productos de la compañía, gana mucho dinero, y los dos podemos tener nuestros lujos.
-          Pues a mi también me va muy bien, me invitan a cenar y a fiestas y no paro de salir.
-          Me parece que la “Pasmada” se puso a trabajar en un laboratorio químico.
-          ¡Que rollo! ¿Que tiene de divertido un laboratorio?
-          No sé, yo no cambio mi boutique por nada.
-          Pues yo prefiero mi trabajo de modelo en publicidad, ¡donde vas a parar!
-          Y su marido es médico.
-          ¿Médico? ¡no está mal! Un medico que cuando estas malita sabe cuidar de ti.
-          Ya te digo! Andrés todavía no sabe si las aspirinas se tragan o se disuelven.
-          Vaya con la mosquita muerta!
-          (Las dos a la vez) ¿Cómo lo habrá hecho?

Y lo cierto fué que la “Pasmada” no tuvo que hacer nada, sólo hacia su trabajo, y aquel apuesto médico que la conquistó, se hubo enamorado de sus maneras y sobre todo de su inteligencia.


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