Atrévete a vivir la emoción. |
Emoción viene del latín, emotĭo, -ōnis, que significa "el impulso que induce a la acción". Las emociones son las que nos impulsan a perseguir cualquier propósito, y son automáticas, dependientes del carácter consciente e inconsciente del individuo y no fruto de la elaboración racional, siendo producto de esto ultimo, la represión de la emoción. Son emociones básicas la ira, la alegría, el asco, la tristeza, la sorpresa y el miedo. Todas ellas activan automáticamente la respuesta de todo el sistema biológico del cuerpo, incluyendo expresiones faciales, los músculos, la voz, el sistema nervioso autónomo y el sistema endocrino.
El sistema nervioso autónomo es involuntario y se divide funcionalmente en simpático y parasimpático. El sistema simpático pone el cuerpo en tensión preparándolo para la acción, dilata las pupilas, aumenta la frecuencia de latidos del corazón, dilata los bronquios, disminuye las contracciones estomacales, estimula las glándulas suprarrenales. El sistema parasimpático relaja el cuerpo tras el esfuerzo, regula el aparato cardiovascular, el aparato digestivo, el aparato genitourinario y el aparato respiratorio. El sistema endocrino es el encargado de segregar hormonas para la regulación de los tejidos, siendo las principales glándulas, la pineal, la pituitaria, la tiroides, el timo, los riñones, el páncreas, los ovarios y los testículos.
¿Qué sucede cuando la emoción es reprimida? Sucede que la respuesta del cuerpo queda incompleta, el sistema simpático nervioso ha generado una energía que ha sido bloqueada y no es liberada. Los órganos se han acelerado pero la mente ha conseguido inhibir la actividad fisiológica del cuerpo. El resultado del control de las emociones es todo un proceso de reacciones químicas que van a permanecer alojadas y latentes en el cuerpo. El sistema parasimpático intentará relajar el cuerpo si las emociones cesan, pero ello no desaloja el exceso de energía. Si la emoción no cesa y el proceso fisiológico continua siendo bloqueado por la mente, el sistema llega a sobrealimentarse, originando en el tiempo el mal funcionamiento de los órganos, y consecuentemente una enfermedad.
La ira o la rabia se acumula en los maxilares, por eso los niños muerden y gritan, los adolescentes se comen las uñas, y los adultos usan placas de descarga para dormir. El aumento de esta emoción bloqueada produce problemas sobretodo en boca, garganta y cuello, también en el hígado. La ira es generada por la dificultad en el cumplimiento de una acción o voluntad. Se reconoce por el entrecejo fruncido, la mandíbula apretada y la cara roja. Son personas nerviosas con una gran creatividad inmovilizada.
La alegría se muestra en el habla, la risa y la sonrisa. Un niño callado y serio estará normalmente reprimiendo su alegría. El bloqueo se refleja principalmente en el corazón y puede llegar a producir insomnio. La alegría surge del reconocimiento propio y valoración personal, y como consecuencia todo el mundo se las ingenia para llamar la atención. Son personas con mucha capacidad de liderazgo.
El asco es rechazo a algo desagradable o repugnante, provoca sensación de nausea y repulsión. Insectos, porquería y ciertos alimentos que no nos gustan logran producir el asco. Soportar situaciones que nos producen asco acaba provocando desarreglos en el estómago y los intestinos. El vómito y defecación es el modo de liberar la energía que queda retenida en el cuerpo. Son personas de principios y eficaz desempeño.
La tristeza está relacionada a la sensación de fracaso y pérdida. Una profunda tristeza desemboca en llanto. La tristeza es causada por el amor no correspondido, por supuesto y también en el niño. En su fisiología forman una parte importante los pulmones. El llanto reprimido o un duelo no elaborado hacen encoger los pulmones, son síntomas el cansancio y la falta de aire. Son personas caviladoras y dogmáticas.
La sorpresa es una reacción ante una novedad o imprevisto que concentra la atención en el estímulo, produciendo un incremento de la actividad cognitiva. Indica el registro de un nuevo descubrimiento. Los párpados y las cejas se elevan y puede descender la mandíbula abriéndose la boca. Un recién nacido es capaz de experimentar sorpresa.
El miedo es la alarma ante el dolor y puesta en peligro de la supervivencia. El miedo incrementa la presión arterial, el metabolismo celular, la glucosa en sangre y la actividad cerebral, y detiene el sistema inmunitario, focalizando toda la energía del cuerpo hacia la amenaza. La amígdala cerebral incluida dentro del llamado sistema límbico, desarrolla en este proceso una función de “tomar nota” de la experiencia o reacción emocional, la deliberación cognitiva de cualquier suceso es a posteriori, esta cuestión queda demostrada observando exacta reacción por miedo en un animal o bien atendiendo a la etiología de un ataque de pánico. El miedo instintivo crece conforme nuevas sensaciones de ansiedad y angustia merman y se integran en la personalidad innata del individuo, desarrollando al tener conciencia el miedo anticipatorio. La energía producto del miedo es fría e impregna todo el cuerpo, su proceso catártico son los temblores y escalofríos, que producen calor y eliminan el frío respectivamente. Todo el cuerpo se resiente de esta emoción especialmente los órganos que “sueltan”, como los riñones y la vejiga urinaria. Son personas muy nobles.
Según el siguiente artículo en biomanantial.com, las emociones apreciables en un bebé tendrían las siguientes características: “el recién nacido es capaz de experimentar sorpresa, que va acompañada de disminución de la frecuencia cardiaca (FC); de los 2 a los 4 meses es observable la emoción de cólera, asociada a un aumento de FC y a disminución de la temperatura cutánea (TC); de los 3 a los 5 meses, es observable la alegría (disminución de la FC) y la tristeza (aumento de la FC y disminución de la TC); de los 4 a los 9 meses aparecen las emociones de miedo (aumento de la FC y disminución de la TC) y asco (disminución de la FC), y entre los 12 y los 15 meses el niño empieza a experimentar emociones de vergüenza (Ekman i col., 1983).”
Culpa, vergüenza, orgullo, enamoramiento, celos, envidia, empatía, son ejemplos de emociones secundarias más complejas derivadas de la conciencia que vamos elaborando de nosotros mismos. Conviene saber expresarlas como cualquier otra emoción para resolverlas y que el cuerpo no las somatice. El férreo control de intensas emociones durante largo tiempo da lugar a multitud de trastornos como hipertiroidismo, hipotiroidismo, bulimia, anorexia, anorgasmia, fibromialgia y más, así como trastornos mentales.
Me atrevería a esbozar el siguiente cuadro: El miedo anticipatorio reprimiendo la creatividad de la persona le hace inquietarse y ponerse nerviosa, llevándole in crecendo a conductas cada vez más maniaco-depresivas (aquí encajaría el famoso TDAH), por su necesidad de actividad. El miedo anticipatorio reprimiendo la alegría mal entendida le hace sentir vergüenza, indecencia, para llegar a desarrollar esquizofrenias, por bloqueo del sentir. El miedo anticipatorio reprimiendo la genialidad por ser entendida como estupidez le hace creer que es tonta, ingenua, para llegar a desarrollar paranoia distorsionando el pensamiento. El miedo anticipatorio es irreal y malversa el talento de la persona, paradójicamente quienes se sienten inútiles tienen una gran habilidad, quienes sienten vergüenza, son un ejemplo a seguir, y quienes se creen tontos, poseen una inteligencia brillante.
El mejor remedio contra la enfermedad es atrevernos a ser nosotros mismos con todas las consecuencias. Cabe decir que elementos externos como los alimentos en mal estado o la contaminación del aire, también ayudan en el desarrollo de enfermedades, sin embargo eso sucede cuando el sistema inmunológico del cuerpo ya de por sí es deficitario.
Fuentes:
Otras muchas lecturas, mi análisis y mi propia experiencia.
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