martes, 1 de noviembre de 2011

Spinoza. El panteísmo.

“Si no quieres repetir el pasado, estúdialo.” (Baruch Spinoza)

Baruch de Spinoza nace en Ámsterdam en 1632 y muere en la Haya en 1677, a la edad de 44 años por tuberculosis. Filósofo y matemático. Fué educado en la decadente ortodoxia judía holandesa, y maldecido y excomulgado en 1656 por sus descalificaciones hacia los dogmas religiosos. Sucesor de la filosofía racionalista de Descartes, estudió también la filosofía política de Hobbes, el ateismo del filósofo romano Lucrecio, y la teoría cosmológica de Giordano Bruno, entre probablemente muchas otras cosas.

Únicamente publicó dos obras en vida, por la presencia de la Inquisición. “Principios de la filosofía de Descartes. Pensamientos metafísicos” fue editada en 1663 y llevaba su nombre. “Tratado teológico-político” fue publicado anónimamente en 1670 y causó un gran revuelo por su crítica racionalista de la religión, siendo además un análisis de la sociedad para cuya evolución concluye necesaria la tolerancia, la libertad de conciencia y la democracia. A su muerte, sus seguidores y amigos editaron bajo el título “Opera posthuma” el resto de obras que encontraron, las cuales versaban sobre filosofía, política, ética, álgebra, y gramática.

El pensamiento racionalista impulsado por Descartes se basaba en que la mente es engañada por el deseo. Comprobando los distintos juicios de cada hombre sobre una particular experiencia, concluyó que la realidad que cada uno percibe y siente es distinta, por lo tanto es obligado dudar de aquello que pienso, y sólo una única cosa es indudable, que existo, pues sinó no pensaría. De ahí su famosa frase “cogito ergo sum” (Pienso, luego existo). Por otro lado decía: si existe deseo es que estoy incompleto, eso significa que tiene que haber algo que me completa, y ese algo perfecto es Dios. Descartes buscaba el modo de demostrar la existencia de Dios. Consideró que la naturaleza constaba de 3 sustancias: pensamiento, extensión y Dios. Siendo pensamiento el alma del hombre, extensión el cuerpo del hombre, y Dios la sustancia encargada de unir el alma y el cuerpo. Consideraba los animales como máquinas, porque carecían de alma/mente.

Spinoza resuelve que la naturaleza es una sola sustancia en lugar de tres. Y además dice: “Deus sive Natura” (Dios como Naturaleza). Denomina “realidad” a esa sustancia que todo lo compone que es a su vez la Naturaleza (todo lo que existe) y el concepto de Dios. Niega la idea de Dios como una figura todopoderosa o una entidad moral, tratando de demostrar matemáticamente en su obra “Ética demostrada según el orden geométrico” la existencia del orden coherente en el Universo. Dice que el hombre es sólo una pequeña parte de la Naturaleza y está sujeto a sus leyes, y que los denominados vicios o pecados son pasiones ineludibles de la naturaleza humana que lo ayudan a crecer y lograr conocimiento. También dice que lo bueno y lo malo son definiciones de los hombres, siendo lo bueno lo que a uno le produce alegría y lo malo lo que a otro le produce tristeza. Destaca que el cuerpo y el pensamiento del hombre son solo dos atributos entre los infinitos atributos de Dios. Y define la conciencia individual como una disgregación de la conciencia colectiva que permanece unida.

Se denomina “panteísmo” a la corriente filosófica que afirma que universo, naturaleza y Dios es lo mismo. La palabra está compuesta del término griego πν (pan), que significa todo, y θεός (theos), que significa Dios. El concepto de Dios del panteísmo puede ser definido como el principio orgánico de la naturaleza, o como autoconciencia del universo, significados parejos al principio budista según el cuál “El uno es el todo”, o al principio taoísta: “Tao es el principio de todo, que ordena el incesante flujo de cambio”. Se consideran claramente panteístas, el filosofo griego presocrático Heráclito y su teoría del devenir, el filósofo griego neoplatónico Plotino y su teoría “el Uno, el nous y el alma” (equivale al Dios, extensión y pensamiento de Descartes), Spinoza, Einstein y Stephen Hawking entre otros. Todos ellos se explican el mundo y el universo como un sistema inteligente, coherente y sutil, causa de sí mismo en eterno movimiento a través de aparentes fases de acción y reacción.

Por el motivo de la existencia de unas leyes universales, Spinoza se declara determinista. Determinista significa que cree que el futuro está determinado. Existe una doctrina filosófica llamada Determinismo que defiende esta idea, postula una suerte de probabilidad de acontecimientos como resultado de sus causas desencadenantes, donde el nivel de aleatoriedad estaría entre lo fácilmente predecible y lo difícilmente predecible. Tal definición un tanto vaga e imprecisa se acerca al pensamiento de Spinoza, sin embargo parece reñir con otras aseveraciones de éste, quien también afirma la existencia de libre albedrío o libertad. La cuestión es compleja y siempre fue motivo de controversias.

El libre albedrío es la facultad del hombre de tomar sus propias decisiones, su libertad de acción existe y no está determinada, aunque si está influenciada por la propia valoración de las circunstancias. Su libertad es total pero adscrita a su responsabilidad y juicio. Su libertad es la oportunidad de elegir entre todas las posibilidades que le brinda su conciencia individual. La libertad no es limitada, lo limitante es la forma de pensar. Así de este modo se explica la existencia conjunta de libertad y determinismo, el elemento que faltaba en la ecuación era saber que la conciencia individual, inteligencia personal, o forma de pensar de cada uno está estableciendo los límites de su ser individual, límites que a su vez están sujetos al determinismo de unas leyes universales. Un buen ejemplo de una de las leyes es el inexorable paso del tiempo.

De qué manera estaría determinándose el desarrollo contínuo a través del tiempo es harina de otro costal, pero en un intento de encontrar una lógica diría que si algo está más o menos determinado tienen que ser las circunstancias, quizás no todas, quizás solo las importantes. Aquellas que tal como dicen los budistas no nos permiten alcanzar el deseo. Aquellas que nos arrebatan el objeto de apego que tanto ansiamos. Aquellas que nos muestran que estábamos equivocados. Aquellas que dolorosamente nos hacen crecer. Aquellas que parecen pertenecer al mundo de las casualidades. Aquellas que de niño nos enseñan el valor del egoísmo, de adolescente el valor de la excentricidad, de maduro el valor del altruismo, y de viejo el valor de la vida, todo un proceso inteligente, coherente y sutil que estaría mostrando el camino de un viaje desde la ignorancia y el miedo hacia el conocimiento y el amor.

Fuente(s):
- Wikipedia y trabajos previos.

1 comentario:

  1. Me alegra ver un artículo dedicado a mi admirado Baruch Spinoza, un hombre libre que supo pensar por sí mismo a pesar de las difíciles circunstancias de su vida. Gracias, Ismag, por este pequeño homenaje.

    Un abrazo

    IsabelGM

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