“La vanidad es tan fantástica, que hasta nos induce a preocuparnos de lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados.” [Ernesto Sabato (1911-2011). Escritor argentino] |
Su madre se llama Mercedes y su padre Fernando. Y él es Óscar. Su madre tuvo una peluquería, su padre es comercial y él es estudiante de ciencias sociales. Están celebrando que es domingo y por eso Fernando decide llevar a su familia a comer fuera en un restaurante, como cada semana.
- Óscar, hijo. ¿Cómo siguen las clases?
- Muy bien papá! Estamos dando ahora Comunicación, nos explican la importancia del lenguaje para mantener una conversación correcta, y ¿sabes qué? No es tan fácil, bueno, para mi si porque yo me expreso perfectamente bien, pero la mayoría de mis compañeros hablan muy mal.
- Muy bien dicho hijo mío! Que tú hablas muy bien y quien se atreva a decir lo contrario es que no tiene ni idea. (comenta la madre)
- Yo te diré Óscar cuál es la importancia del lenguaje (dice el padre). Cuando estás hablando con un cliente, primero lo escuchas atentamente, después le dices cuanta razón tiene en todo lo que ha dicho, y si ves que todavía está seriote, entonces comentas algo sobre su persona o sobre cosas personales, le dices que tiene mucha clase o que su coche te gusta mucho, vamos!! Que lo “peloteas” un poquito y así él está más abierto a comprar.
- Ya sé!! O sea que se trata de “dorarle la píldora”, “sobarle el lomo”, “ponerle vaselina”.
- Que bien hablas hijo! Tan bien que no he entendido nada, ¿Qué es eso de la píldora?
- Nada, mamá!! Es solamente una manera de hablar. Quiere decir que le dices cosas “chulas” y bonitas a la persona, le hablas de sus virtudes, de cosas que le admiras, sea cierto o no, y así se ablanda y su “ego” se atonta.
- Ay! Hijo! No entiendo eso del “ego” que has dicho.
- Mercedes! Lo que dice tu hijo es que cuando a una persona le haces sentir importante, entonces esa persona se cree importante, lo sea o no lo sea, y así es más fácil conseguir lo que quieres de él.
- Entonces la comunicación es para decirle algo bonito a alguien a cambio de otra cosa (sentencia la madre)
- Exacto Mamá! Y las palabras son importantes, si no las utilizas bien pueden haber malentendidos y la otra persona puede entender cosas diferentes de lo que tratas de contarle.
- Has visto Mercedes que hijo mas listo tenemos!! Es digno hijo de su padre…y de su madre.
- Pero Fernando…Y las cosas bonitas que me dices… son todas ciertas ¿Verdad?
- Que cosas dices reina mía, pues claro! Me casé con una preciosidad y lo sigues siendo!
- Ay, Fernando, que don Juan, que galante eres. No me digas más, que está el muchacho delante!.
- Hay que ver que tontínes os ponéis a veces!! Que tenéis una edad!! Que ya no sois modelos de pasarela!!
- Hijo, ¡tienes una gracia! ¡En lugar de alardear de unos padres tan guapos…me llamas vieja! No hablas en serio!... ¡Me voy un momento al baño!
- [Padre e Hijo se quedan sólos]
- Hijo! Que eso no es forma de tratar a una mujer… Mira, aunque sea tu madre, a todas las mujeres les encanta que les hagan sentir “guapas”, ¿qué te cuesta?.
- Papá, ya lo sé! Y a todos los hombres nos gusta sentirnos “inteligentes”, pero a veces me parece que exageramos demasiado, lo siento, me rechina oírlo, me resulta empalagoso.
- Bueno, hijo, es cierto, puede que exagere, pero yo no miento a tu madre, quizás ya no sea la hermosa mujer que conocí hace 25 años pero la adoro, y sé que le gustan los piropos.
- Está bien papá! Lo siento! Es que el mundo está lleno de personajes que mienten continuamente para conseguir lo que quieren, y hay mucha gente que es embaucada de forma abusiva.
- El mundo es muy complejo, muchas personas necesitan escuchar mentiras y las reclaman todo el tiempo y otras mienten compulsivamente para creerse alguien importante. En el negocio de las ventas nos aprovechamos un poco de esta cuestión, le “regalas el oído” un poco al comprador y sin darse cuenta él mismo se crea la necesidad por el producto, es como que si no lo compra ya no es eso que le has dicho.
- ¿Y la gente “pica”?
- OH, si! La gran mayoría, especialmente mujeres. Pero no es necesario mentir ni exagerar, basta con ser simpático y acompañar tus palabras con una buena sonrisa.
- ¡No me lo puedo creer! Pero… ¿y si el producto no lo necesitan?
- Bueno, muchos piensan que lo necesitarán más adelante.
- ¡Pensaba que esta sociedad era mas perspicaz pero por lo que dices es bastante inocente!
- Hijo, yo creo que mas que inocente, la sociedad es vanidosa. Por vanidad quieren tenerlo todo, quieren tener cualquier cosa, el ultimo producto, antes que nadie, para demostrarse que es el mejor en algo, que tiene algo que no tiene el otro, que es mas listo que el otro, es pura competencia.
- ¡!Holaaa¡! ¡!Ya estoy aquí¡! ¿A que me habéis echado de menos?
- ¡!Por supuesto¡! (exclaman padre e hijo a la vez)
- ¿De qué hablabais?
- ¡De nada! ¡De la importancia de ser rico! (dijo el hijo)
- ¡Y.. por eso es que hoy os he traído aquí a comer! (dijo el padre)
- [Camarero!... ¡La cuenta, por favor!]
Y es que como dijo Charles Allan Gilbert: “Todo es vanidad”.
La vanidad es el último resorte del materialismo, es la agonía de la soberbia y el pesar de la envidia. Es la exageración estirada hasta la mentira, todo por puro egoísmo y supervivencia del narcisismo. La vanidad es la ilusión del victorioso, Nietzsche dijo: “La vanidad es la ciega propensión a considerarse como individuo no siéndolo”. La vanidad otorga la benevolencia, y cayendo la venda, el despotismo, tras el cual, despues de una gran catarsis, nace la verdadera humildad.
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