Frases de Sócrates: “Yo sólo sé que no sé nada” “El grado sumo del saber es contemplar el por qué” “Sólo el conocimiento que llega desde dentro es el verdadero conocimiento” |
Sócrates fue uno de los principales filósofos griegos, nació en el año 470 a .C. y murió en el año 399 a .C. Fue maestro de Platón y dedicó su vida a demostrar la subjetividad de la mente racional. Creó una técnica conocida como “Mayéutica” cuyo procedimiento era interrogar a una persona y debatir sus respuestas, con la intención de que la persona descubriera que sus pensamientos son subjetivos y se cimientan en prejuicios o creencias personales, facilitando así que la persona reflexionara sobre el verdadero origen de sus pensamientos, y cuyo fin último es la búsqueda de la verdad. Se puede decir que Sócrates fue el primer psicólogo y su técnica una herramienta muy similar a la técnica del psicoanálisis.
Mayéutica significa “parir” y se puede concebir como el arte de hacer nacer una nueva idea, lo cual es el resultado tras comprobar uno mismo que la idea anterior no era del todo cierta. La Mayéutica se debió basar en la dialéctica de Heráclito, y que en sí, no es más que el ejercicio del diálogo entre las personas con el claro objetivo de llegar a una conclusión. Este ejercicio dialéctico pone de relieve lo que se ha dado en llamar las leyes de la Dialéctica, trabajadas por Platón, Aristóteles y demás filósofos griegos de la época, y retomadas en el siglo XVIII por la Ilustración con el propósito de resolver la brecha entre racionalistas como Descartes y empiristas como Francis Bacon. Desde entonces, dichas leyes han sido refrendadas por Kant, Hegel, Engels, Marx y Jean-Paúl Sartre entre otros.
Las denominadas leyes de la Dialéctica establecen que:
Mayéutica significa “parir” y se puede concebir como el arte de hacer nacer una nueva idea, lo cual es el resultado tras comprobar uno mismo que la idea anterior no era del todo cierta. La Mayéutica se debió basar en la dialéctica de Heráclito, y que en sí, no es más que el ejercicio del diálogo entre las personas con el claro objetivo de llegar a una conclusión. Este ejercicio dialéctico pone de relieve lo que se ha dado en llamar las leyes de la Dialéctica, trabajadas por Platón, Aristóteles y demás filósofos griegos de la época, y retomadas en el siglo XVIII por la Ilustración con el propósito de resolver la brecha entre racionalistas como Descartes y empiristas como Francis Bacon. Desde entonces, dichas leyes han sido refrendadas por Kant, Hegel, Engels, Marx y Jean-Paúl Sartre entre otros.
Las denominadas leyes de la Dialéctica establecen que:
1. Todo cambia y nada permanece. Significa que un pensamiento no es estático, sometido a revisión siempre da lugar a un pensamiento nuevo fruto del anterior, más profundo y elaborado, que lo incluye y lo amplia, por lo que existe una evolución que no cesa.
2. El principio de contradicción. Significa que existe la paradoja y dado un pensamiento, el pensamiento o circunstancia contraria también puede ser pensado. Hoy día, a esta característica también se le denomina polaridad.
3. El principio de reciprocidad. Significa que todo está influido por todo, y que la valoración del pensamiento se mide exclusivamente por la comparación entre los valores conocidos hasta ese momento. Lo que también demuestra que toda percepción siempre es relativa.
El famoso “coaching” que está hoy día de moda es un sucedáneo de la mayéutica, cuya premisa principal es el “darse cuenta” por parte del neófito. La diferencia entre mayéutica y dialéctica estriba en que en la mayéutica el diálogo es presuntamente entre sabio y neófito, y en la dialéctica, el diálogo es entre iguales. Lo más importante de este “darse cuenta” es comprobar que para que exista una evolución es necesario que la naturaleza provea de la confrontación de dos fuerzas distintas, sea entre dos personas cuyo espacio ideal es la pareja, sean ideologías de cualquier clase. Esta cuestión queda perfectamente explicada por Karl Marx, quien afirmó: “el progreso es la consecuencia de la lucha de clases”.
Sócrates no escribió ninguna obra porque creía que cada uno debía desarrollar sus propias ideas, se le conoce por las obras de sus seguidores. Sócrates, con su sistema de confrontación fue sumando no pocos enemigos, además mantenía que la justicia verdadera no existe pues cada cual decide aquello que particularmente mejor le conviene. Acabó siendo denunciado por los delitos de corromper a los jóvenes y renegar de los dioses. Se defendió en el juicio de todas las injurias pero igualmente fue condenado, aunque luego el tribunal le ofreció la libertad a condición de retractarse de sus opiniones. Sus amigos y discípulos trataron de persuadirlo pero Sócrates decidió cumplir la sentencia impuesta y tomar la cicuta que le daría la muerte, y en sus palabras, cumplir así los designios del destino de su alma.
Tanto Sócrates como sus contemporáneos, predecesores como Tales de Mileto, Pitágoras o Heráclito por ejemplo, y sucesores como Platón, Aristóteles y demás pensadores de la época, eran conocidos como sofistas, cuyo significado literal es sabio, también filósofo o poseedor de conocimientos. El uso peyorativo que tiene la palabra sofista corresponde a la deformación de su significado en el tiempo, tras comprobarse como algunos filósofos utilizaban sus conocimientos y su arte retórico únicamente para el propio beneficio, cobrando grandes sumas de dinero por ilustrar y embaucando llegado el caso, por pura persuasión o sugestión. Platón criticó en su obra “Protágoras” a Protágoras precisamente y a quienes pretendían a través de su discurso enseñar la virtud al hombre, pues la virtud no puede enseñarse, sino que cada hombre debe encontrarla en su interior, en un proceso inductivo y no sólo deductivo – bien lo sabía Sócrates y bien lo sabe un buen psicólogo-. Protágoras, autoproclamado “catedrático”, inventó la primera escuela pública y obligatoria y el sistema de enseñanza basado en memorizar información -sistema de educación que prevalece todavía hoy en día dicho sea de paso-, en lugar de buscar el conocimiento verdadero que se oculta en uno mismo y surge de la experiencia, tal como propone la dialéctica.
Por analogía, el método de Protágoras contrario a Sócrates, sería como comparar conductismo con psicoanálisis, o racionalismo con empirismo (el valor de la experiencia). Y es que: ¡no es lo mismo que te pase, a que te lo cuenten!
El famoso “coaching” que está hoy día de moda es un sucedáneo de la mayéutica, cuya premisa principal es el “darse cuenta” por parte del neófito. La diferencia entre mayéutica y dialéctica estriba en que en la mayéutica el diálogo es presuntamente entre sabio y neófito, y en la dialéctica, el diálogo es entre iguales. Lo más importante de este “darse cuenta” es comprobar que para que exista una evolución es necesario que la naturaleza provea de la confrontación de dos fuerzas distintas, sea entre dos personas cuyo espacio ideal es la pareja, sean ideologías de cualquier clase. Esta cuestión queda perfectamente explicada por Karl Marx, quien afirmó: “el progreso es la consecuencia de la lucha de clases”.
Sócrates no escribió ninguna obra porque creía que cada uno debía desarrollar sus propias ideas, se le conoce por las obras de sus seguidores. Sócrates, con su sistema de confrontación fue sumando no pocos enemigos, además mantenía que la justicia verdadera no existe pues cada cual decide aquello que particularmente mejor le conviene. Acabó siendo denunciado por los delitos de corromper a los jóvenes y renegar de los dioses. Se defendió en el juicio de todas las injurias pero igualmente fue condenado, aunque luego el tribunal le ofreció la libertad a condición de retractarse de sus opiniones. Sus amigos y discípulos trataron de persuadirlo pero Sócrates decidió cumplir la sentencia impuesta y tomar la cicuta que le daría la muerte, y en sus palabras, cumplir así los designios del destino de su alma.
Tanto Sócrates como sus contemporáneos, predecesores como Tales de Mileto, Pitágoras o Heráclito por ejemplo, y sucesores como Platón, Aristóteles y demás pensadores de la época, eran conocidos como sofistas, cuyo significado literal es sabio, también filósofo o poseedor de conocimientos. El uso peyorativo que tiene la palabra sofista corresponde a la deformación de su significado en el tiempo, tras comprobarse como algunos filósofos utilizaban sus conocimientos y su arte retórico únicamente para el propio beneficio, cobrando grandes sumas de dinero por ilustrar y embaucando llegado el caso, por pura persuasión o sugestión. Platón criticó en su obra “Protágoras” a Protágoras precisamente y a quienes pretendían a través de su discurso enseñar la virtud al hombre, pues la virtud no puede enseñarse, sino que cada hombre debe encontrarla en su interior, en un proceso inductivo y no sólo deductivo – bien lo sabía Sócrates y bien lo sabe un buen psicólogo-. Protágoras, autoproclamado “catedrático”, inventó la primera escuela pública y obligatoria y el sistema de enseñanza basado en memorizar información -sistema de educación que prevalece todavía hoy en día dicho sea de paso-, en lugar de buscar el conocimiento verdadero que se oculta en uno mismo y surge de la experiencia, tal como propone la dialéctica.
Por analogía, el método de Protágoras contrario a Sócrates, sería como comparar conductismo con psicoanálisis, o racionalismo con empirismo (el valor de la experiencia). Y es que: ¡no es lo mismo que te pase, a que te lo cuenten!
Fuentes:
-Wikipedia.
-Los sofistas: http://www.youtube.com/watch?v=1GYSreGdE_w&feature=related