martes, 30 de agosto de 2011

Sócrates. La Mayéutica

Frases de Sócrates:
“Yo sólo sé que no sé nada”
“El grado sumo del saber es contemplar el por qué”
“Sólo el conocimiento que llega desde dentro es el verdadero conocimiento”

Sócrates fue uno de los principales filósofos griegos, nació en el año 470 a.C. y murió en el año 399 a.C. Fue maestro de Platón y dedicó su vida a demostrar la subjetividad de la mente racional. Creó una técnica conocida como “Mayéutica” cuyo procedimiento era interrogar a una persona y debatir sus respuestas, con la intención de que la persona descubriera que sus pensamientos son subjetivos y se cimientan en prejuicios o creencias personales, facilitando así que la persona reflexionara sobre el verdadero origen de sus pensamientos, y cuyo fin último es la búsqueda de la verdad. Se puede decir que Sócrates fue el primer psicólogo y su técnica una herramienta muy similar a la técnica del psicoanálisis.

Mayéutica significa “parir” y se puede concebir como el arte de hacer nacer una nueva idea, lo cual es el resultado tras comprobar uno mismo que la idea anterior no era del todo cierta. La Mayéutica se debió basar en la dialéctica de Heráclito, y que en sí, no es más que el ejercicio del diálogo entre las personas con el claro objetivo de llegar a una conclusión. Este ejercicio dialéctico pone de relieve lo que se ha dado en llamar las leyes de la Dialéctica, trabajadas por Platón, Aristóteles y demás filósofos griegos de la época, y retomadas en el siglo XVIII por la Ilustración con el propósito de resolver la brecha entre racionalistas como Descartes y empiristas como Francis Bacon. Desde entonces, dichas leyes han sido refrendadas por Kant, Hegel, Engels, Marx y Jean-Paúl Sartre entre otros.

Las denominadas leyes de la Dialéctica establecen que:

1. Todo cambia y nada permanece. Significa que un pensamiento no es estático, sometido a revisión siempre da lugar a un pensamiento nuevo fruto del anterior, más profundo y elaborado, que lo incluye y lo amplia, por lo que existe una evolución que no cesa.

2. El principio de contradicción. Significa que existe la paradoja y dado un pensamiento, el pensamiento o circunstancia contraria también puede ser pensado. Hoy día, a esta característica también se le denomina polaridad.

3. El principio de reciprocidad. Significa que todo está influido por todo, y que la valoración del pensamiento se mide exclusivamente por la comparación entre los valores conocidos hasta ese momento. Lo que también demuestra que toda percepción siempre es relativa.

El famoso “coaching” que está hoy día de moda es un sucedáneo de la mayéutica, cuya premisa principal es el “darse cuenta” por parte del neófito. La diferencia entre mayéutica y dialéctica estriba en que en la mayéutica el diálogo es presuntamente entre sabio y neófito, y en la dialéctica, el diálogo es entre iguales. Lo más importante de este “darse cuenta” es comprobar que para que exista una evolución es necesario que la naturaleza provea de la confrontación de dos fuerzas distintas, sea entre dos personas cuyo espacio ideal es la pareja, sean ideologías de cualquier clase. Esta cuestión queda perfectamente explicada por Karl Marx, quien afirmó: “el progreso es la consecuencia de la lucha de clases”.

Sócrates no escribió ninguna obra porque creía que cada uno debía desarrollar sus propias ideas, se le conoce por las obras de sus seguidores. Sócrates, con su sistema de confrontación fue sumando no pocos enemigos, además mantenía que la justicia verdadera no existe pues cada cual decide aquello que particularmente mejor le conviene. Acabó siendo denunciado por los delitos de corromper a los jóvenes y renegar de los dioses. Se defendió en el juicio de todas las injurias pero igualmente fue condenado, aunque luego el tribunal le ofreció la libertad a condición de retractarse de sus opiniones. Sus amigos y discípulos trataron de persuadirlo pero Sócrates decidió cumplir la sentencia impuesta y tomar la cicuta que le daría la muerte, y en sus palabras, cumplir así los designios del destino de su alma.

Tanto Sócrates como sus contemporáneos, predecesores como Tales de Mileto, Pitágoras o Heráclito por ejemplo, y sucesores como Platón, Aristóteles y demás pensadores de la época, eran conocidos como sofistas, cuyo significado literal es sabio, también filósofo o poseedor de conocimientos. El uso peyorativo que tiene la palabra sofista corresponde a la deformación de su significado en el tiempo, tras comprobarse como algunos filósofos utilizaban sus conocimientos y su arte retórico únicamente para el propio beneficio, cobrando grandes sumas de dinero por ilustrar y embaucando llegado el caso, por pura persuasión o sugestión. Platón criticó en su obra “Protágoras” a Protágoras precisamente y a quienes pretendían a través de su discurso enseñar la virtud al hombre, pues la virtud no puede enseñarse, sino que cada hombre debe encontrarla en su interior, en un proceso inductivo y no sólo deductivo – bien lo sabía Sócrates y bien lo sabe un buen psicólogo-. Protágoras, autoproclamado “catedrático”, inventó la primera escuela pública y obligatoria y el sistema de enseñanza basado en memorizar información -sistema de educación que prevalece todavía hoy en día dicho sea de paso-, en lugar de buscar el conocimiento verdadero que se oculta en uno mismo y surge de la experiencia, tal como propone la dialéctica.

Por analogía, el método de Protágoras contrario a Sócrates, sería como comparar conductismo con psicoanálisis, o racionalismo con empirismo (el valor de la experiencia). Y es que: ¡no es lo mismo que te pase, a que te lo cuenten!

Fuentes:
-Wikipedia.
-Los sofistas: http://www.youtube.com/watch?v=1GYSreGdE_w&feature=related  

martes, 23 de agosto de 2011

Conversaciones con la vanidad


“La vanidad es tan fantástica, que hasta nos induce a preocuparnos de lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados.” [Ernesto Sabato (1911-2011). Escritor argentino]


Su madre se llama Mercedes y su padre Fernando. Y él es Óscar. Su madre tuvo una peluquería, su padre es comercial y él es estudiante de ciencias sociales. Están celebrando que es domingo y por eso Fernando decide llevar a su familia a comer fuera en un restaurante, como cada semana.

-          Óscar, hijo. ¿Cómo siguen las clases?
-          Muy bien papá! Estamos dando ahora Comunicación, nos explican la importancia del lenguaje para mantener una conversación correcta, y ¿sabes qué? No es tan fácil, bueno, para mi si porque yo me expreso perfectamente bien, pero la mayoría de mis compañeros hablan muy mal.
-          Muy bien dicho hijo mío! Que tú hablas muy bien y quien se atreva a decir lo contrario es que no tiene ni idea. (comenta la madre)
-          Yo te diré Óscar cuál es la importancia del lenguaje (dice el padre). Cuando estás hablando con un cliente, primero lo escuchas atentamente, después le dices cuanta razón tiene en todo lo que ha dicho, y si ves que todavía está seriote, entonces comentas algo sobre su persona o sobre cosas personales, le dices que tiene mucha clase o que su coche te gusta mucho, vamos!! Que lo “peloteas” un poquito y así él está más abierto a comprar.
-          Ya sé!! O sea que se trata de “dorarle la píldora”, “sobarle el lomo”, “ponerle vaselina”.
-          Que bien hablas hijo! Tan bien que no he entendido nada, ¿Qué es eso de la píldora?
-           Nada, mamá!! Es solamente una manera de hablar. Quiere decir que le dices cosas “chulas” y bonitas a la persona, le hablas de sus virtudes, de cosas que le admiras, sea cierto o no, y así se ablanda y su “ego” se atonta.
-          Ay! Hijo! No entiendo eso del “ego” que has dicho.
-          Mercedes! Lo que dice tu hijo es que cuando a una persona le haces sentir importante, entonces esa persona se cree importante, lo sea o no lo sea, y así es más fácil conseguir lo que quieres de él.
-          Entonces la comunicación es para decirle algo bonito a alguien a cambio de otra cosa (sentencia la madre)
-          Exacto Mamá! Y las palabras son importantes, si no las utilizas bien pueden haber malentendidos y la otra persona puede entender cosas diferentes de lo que tratas de contarle.
-          Has visto Mercedes que hijo mas listo tenemos!! Es digno hijo de su padre…y de su madre.
-          Pero Fernando…Y las cosas bonitas que me dices… son todas ciertas ¿Verdad?
-          Que cosas dices reina mía, pues claro! Me casé con una preciosidad y lo sigues siendo!
-          Ay, Fernando, que don Juan, que galante eres. No me digas más, que está el muchacho delante!.
-          Hay que ver que tontínes os ponéis a veces!! Que tenéis una edad!! Que ya no sois modelos de pasarela!!
-          Hijo, ¡tienes una gracia! ¡En lugar de alardear de unos padres tan guapos…me llamas vieja! No hablas en serio!... ¡Me voy un momento al baño!
-          [Padre e Hijo se quedan sólos]
-          Hijo! Que eso no es forma de tratar a una mujer… Mira, aunque sea tu madre, a todas las mujeres les encanta que les hagan sentir “guapas”, ¿qué te cuesta?.
-          Papá, ya lo sé! Y a todos los hombres nos gusta sentirnos “inteligentes”, pero a veces me parece que exageramos demasiado, lo siento, me rechina oírlo, me resulta empalagoso.
-          Bueno, hijo, es cierto, puede que exagere, pero yo no miento a tu madre, quizás ya no sea la hermosa mujer que conocí hace 25 años pero la adoro, y sé que le gustan los piropos.
-          Está bien papá! Lo siento! Es que el mundo está lleno de personajes que mienten continuamente para conseguir lo que quieren, y hay mucha gente que es embaucada de forma abusiva.
-          El mundo es muy complejo, muchas personas necesitan escuchar mentiras y las reclaman todo el tiempo y otras mienten compulsivamente para creerse alguien importante. En el negocio de las ventas nos aprovechamos un poco de esta cuestión, le “regalas el oído” un poco al comprador y sin darse cuenta él mismo se crea la necesidad por el producto, es como que si no lo compra ya no es eso que le has dicho.
-          ¿Y la gente “pica”?
-          OH, si! La gran mayoría, especialmente mujeres. Pero no es necesario mentir ni exagerar, basta con ser simpático y acompañar tus palabras con una buena sonrisa.
-          ¡No me lo puedo creer! Pero… ¿y si el producto no lo necesitan?
-          Bueno, muchos piensan que lo necesitarán más adelante.
-          ¡Pensaba que esta sociedad era mas perspicaz pero por lo que dices es bastante inocente!
-          Hijo, yo creo que mas que inocente, la sociedad es vanidosa. Por vanidad quieren tenerlo todo, quieren tener cualquier cosa, el ultimo producto, antes que nadie, para demostrarse que es el mejor en algo, que tiene algo que no tiene el otro, que es mas listo que el otro, es pura competencia.
-          ¡!Holaaa¡! ¡!Ya estoy aquí¡! ¿A que me habéis echado de menos?
-          ¡!Por supuesto¡! (exclaman padre e hijo a la vez)
-          ¿De qué hablabais?
-          ¡De nada! ¡De la importancia de ser rico! (dijo el hijo)
-          ¡Y.. por eso es que hoy os he traído aquí a comer! (dijo el padre)
-          [Camarero!... ¡La cuenta, por favor!]


Y es que como dijo Charles Allan Gilbert: “Todo es vanidad”.

La vanidad es el último resorte del materialismo, es la agonía de la soberbia y el pesar de la envidia. Es la exageración estirada hasta la mentira, todo por puro egoísmo y supervivencia del narcisismo. La vanidad es la ilusión del victorioso, Nietzsche dijo: “La vanidad es la ciega propensión a considerarse como individuo no siéndolo”. La vanidad otorga la benevolencia, y cayendo la venda, el despotismo, tras el cual, despues de una gran catarsis, nace la verdadera humildad.

jueves, 11 de agosto de 2011

Drogas

"El LSD abrió mis ojos. Si sólo usamos una decima parte de nuestro cerebro, imaginate lo que podriamos lograr usando el resto. Si los políticos usaran LSD, no habría más guerras, o pobreza o hambre." Paul McCartney, músico inglés.



"El mal uso de las drogas no es una enfermedad. Es una decisión, como pararte enfrente de un coche en movimiento. Podrás llamarlo un error de juicio." Phillip K. Dick, escritor de ciencia ficción estadounidense.


Se denomina droga a cualquier sustancia que introducida en un organismo vivo es capaz de influir en su sistema nervioso central. Se distinguen 3 tipos según los efectos producidos: Drogas depresoras o relajantes del sistema nervioso, las cuales principalmente enlentecen su funcionamiento creando somnolencia, como son el alcohol, el azúcar, la heroína, la morfina o los barbitúricos. Drogas estimulantes que principalmente activan el sistema nervioso, como el tabaco, la cafeína, la cocaína y las anfetaminas. Y drogas psicodélicas, las cuales generan alucinaciones, como el LSD, el peyote o la ayahuasca.

Las drogas depresoras afectan en grados el habla, el pensamiento, la cognición y el juicio, y producen sensación de bienestar y euforia. La mayoría de personas lo hemos experimentado bajo los estados etílicos de un alto consumo de alcohol. En cambio, en el caso del azúcar, pasa desapercibido salvo se ingieran cantidad de dulces, en este caso se apreciará la euforia y la consiguiente depresión e irritabilidad cuando pasen sus efectos. Tanto el alcohol como el azúcar y como las drogas duras, todas contienen en su química sustancias que el cuerpo usa para regular la ansiedad.

Las drogas estimulantes producen la inhibición de dolor físico, del hambre y exaltan la locuacidad y el ingenio. La nicotina facilita la concentración y activa la memoria. La cafeína, encontrada no solo en el café, también en el chocolate y en algunos tés, aparta el sueño.  La cocaína vigoriza y anestesia el cuerpo, y las anfetaminas todavía más potentes, hacen creer al cuerpo artificialmente que no necesita dormir ni descansar, manteniéndolo despierto y pletórico, y cerca de posibles estados de delirio y paranoia. La química de estas sustancias excitantes son las que sirven al cuerpo para su actividad en el estado normal de vigilia, claro que en proporciones mucho menores.

Las drogas psicodélicas, también conocidas como enteógenos, psicotrópicos o drogas visionarias, producen distorsión del tiempo, sinestesia, alucinaciones con los ojos cerrados o abiertos, e inhiben el autocontrol mental. Se usan comúnmente en rituales chamánicos. El LSD ampliamente estudiado, igual que la Ayahuasca o el Peyote contienen sustancias que también produce nuestro cuerpo en el estado de sueño. El estado de conciencia alterado conseguido con este tipo de drogas es semejante a soñar estando despierto. Según el reconocido psicólogo Stanislav Grof, el LSD permite reconocer el inconsciente individual y colectivo. Según el psiconauta John Lilly, los estupefacientes producen un buen o un mal viaje dependiendo de la auto programación del inconsciente de cada cual. Para el psicoterapeuta y antropólogo Josep María Fericgla, los enteógenos son un gran recurso para el crecimiento personal y espiritual. También la marihuana produce alucinaciones consumida regularmente y en grandes proporciones.

Aunque se hacen responsables a las drogas de las reacciones en el cuerpo, éstas no son la causa directa de los cambios fisiológicos y de conducta. El efecto de las drogas depende de la estructuración de la mente individual de cada persona, de la propia personalidad de cada uno. Lo que sucede es que la mente controla el cuerpo físico y las emociones, y determinadas sustancias consiguen inhibir algunos controles, entonces las emociones que están siendo reprimidas y controladas se liberan produciendo distintos comportamientos y grados diferentes de agresividad, depresión o ataques de pánico. La conducta dependerá unicamente de la verdadera personalidad del individuo.

Las drogas anulan la capacidad de pensar y sentir, y por ello son utilizadas por quienes viven una vida conflictiva repleta de miedos, violencia y odio. No serían ningún problema si fueran un modo de verse uno a si mismo sin mascaras, sin embargo se convierten en un refugio donde esconderse. La adicción se mide por la necesidad de escapar de esta terrorífica realidad que para muchos es una vida sin sentido, sin amor y sin autoestima donde todo es dolor, rechazo y rencor. La adicción puede ser alta pero es la misma que pudiera existir en el juego, la televisión, el sexo o la comida. Las únicas contraindicaciónes son la sobredosis y el consumo regular. La adicción es producto del deseo de huir del dolor del vacío existencial, no es la sustancia en sí.

Las drogas son terapéuticas en cuanto que liberan las emociones reprimidas. Las emociones que nuestra mente controla necesitan salir y saldrán tarde o temprano porque no existe nada que pueda aprisionarlas siempre. No es que una droga pueda producir la esquizofrenia o un brote psicótico, sino que “destapa” la esquizofrenia, la enfermedad ya estaba allí. Las drogas farmacológicas que pretenden curar, enferman más. Únicamente “tapan” la enfermedad anestesiando el dolor, encubriéndolo. La verdadera cura exige poder liberar las emociones reprimidas, las cuales son realmente el origen de toda enfermedad.

Fuentes:
Wikipedia



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