La sangre joven no obedece un viejo mandato. (William Shakespeare) Si la obediencia es el resultado del instinto de las muchedumbres, el motín es el de su reflexión. (Napoleon I) |
- Venga!! Carlos, siéntate a la mesa, es hora de comer.
- [Carlos tiene 8 años, está felizmente jugando con su “lego” y se hace el remolón, como no tiene hambre sigue jugando]
- ¿Que te he dicho? ¿No me oyes? ¡!Cómo tengo que decírtelo para que me hagas caso!!
- [Carlos oye a su madre, pero la emoción de sorpresa que produce el juego es mayor que el hambre, y también mayor que la sugerencia de su madre]
- Carlos!! Vamos…! No me hagas enfadar.
- [Las órdenes directas no funcionan, la madre prueba ahora con la manipulación emocional, la emoción que se dispara en Carlos por el comentario es la ansiedad por la retirada de afecto, o por el típico castigo que lo suele acompañar]
- ¡!Bueno, qué!!
- [Carlos se levanta y obedece, pero no porque le apetezca comer, no porque esté de acuerdo con su madre, no porque comprenda la situación, sino por miedo, por temor, la emoción primigenia y resultante ante la inminente retirada de afecto]
- Buen chicoooo!!!! [¿Bueno? ¿Por qué? ¡Ni bueno ni malo! En todo caso obediente, pero entendiendo por obediente que ha sido sometido, amaestrado, dominado, domesticado, domado] (1).
- [Carlos está nervioso y mira la comida con absoluta desgana]
- ¿Carlitos! Hijito! Te tengo que dar yo la comidita como cuando eras pequeñito?
- [Carlos siente el ferocito ataque contra su ser, las emociones de ansiedad crecen y con ello aparece el enojo, sin darse cuenta está aprendiendo a ser dócil y sumiso, camino de convertirse un día en “un miedoso”.
- Carlos, me voy a la cocina, cuando vuelva espero que te lo hayas comido todo!!!
- [A Carlos le encantaría comérselo todo para satisfacer a su madre, ya que de momento…. (solo de momento) no ha descubierto que puede (y debe) defenderse. Pero claro, ¡!¿quién se lo come todo sin tener siquiera hambre?!!]
- Pero buenoooooOOOO!!!!! Si casi no lo has probado…. Está el plato igual!!
- [La madre consigue que las emociones de Carlos se transformen en rabia, ahora lo que parecía una cuestión de comida pone de relieve que de lo que se trata es de una cuestión de conducta]
- Ay Carlos!! ¡!Qué desobediente eres!¡ ¡!No sé que hacer contigo¡!
- [Carlos mira el plato y a la madre con asombro y disgusto, en poco rato ha sentido miedo, enojo, rabia y ahora vergüenza. Pronto tendrá que defenderse por pura supervivencia]
- [La madre mira incrédula al niño, le parece una deshonra la desobediencia que le practica su hijo, pero todo por no entender un detalle, que el niño no tiene hambre]
- Mamá, es que no tengo nada de hambre!
- Tienes que comer! Estás muy delgado!
- [Carlos ahora interioriza que está delgado, pero ¿Qué tendrá que ver estar delgado con tener o no tener hambre?]
- Tienes que comer! otro día no comerás porquerías entre comidas…!mira luego lo que pasa!
- [OK! Quizás es por eso que no tiene hambre pero… ¿a pesar de ello tiene que comer?]
- Tienes que comer! Tienes que hacerte grande y fuerte!
- [OK! Qué parte de no tengo hambre no entiende la madre!!]
- Alá! Ya me hartado! Me llevo el plato y castigado, y luego cuando me vengas con monsergas, te fastidias y hasta la hora de cenar nada de nada….[La madre ha perdido la razón si es que alguna vez la tuvo]
- [Carlos con las ayudas que proporcionan los grandes momentos de la comida está aprendiendo a marchas forzadas a ser obediente y también a no serlo, ser obediente para recibir la atención o cariño de su madre que un niño necesita, y a no ser obediente para no destruir su propio amor propio y mantener cierto auto-respeto]
Creo que los momentos de las comidas son únicos para gestar los inquietantes conflictos emocionales, aunque existen infinidad de escenarios donde manifestar los mismos problemas, de hecho cualquier comunicación adulto-niño entraña el riesgo de desatar al menos la ira del pequeño, por natural incomprensión, cuando no la de los dos, y lo mismo para determinadas conversaciones entre adultos. No sé por qué los adultos se empeñan en creer que los niños están en contra de ellos, que los desobedecen continuamente, y que no les tienen respeto. Para mi, los que no tenemos ningún respeto somos los adultos. Tampoco quiero que nadie se ofenda por mis comentarios, mi intención no es denunciar nada ni nadie, no creo que exista culpa ninguna en la conducta de unos padres que no saben o no pueden hacerlo mejor. La conducta humana es algo familiar, social, mundial, se forja en el ámbito de la familia, de la cultura y más allá probablemente es la razón de existir. Creo que para mejorar en el trato que nos damos ayudaría mucho conocer el poder que detentan las emociones, y mucho más importante que eso es saber interpretarlas y gestionarlas.
La desobediencia es un síntoma de que el vínculo entre dos personas no funciona en absoluto, de otro modo, nadie se mostraría en contra, muy al contrario, habría empatía, ayuda entre ambas partes, confianza, afecto y amor, y diríamos que estas dos personas se quieren, pero de quererse bien, pues existe otro querer, el que trata de quién posee a quién.
(1) dominado, domesticado, domado son palabras que comparten la raíz “dom-” que etimológicamente significa dueño, el que posee o controla. También son de esta familia las palabras “domus” (casa), domicilio y don.