La belleza es un término difícil de definir, son muchos los filósofos y pensadores que le han dado amplios significados en el transcurso de la historia. En la actualidad y según la R.A.E., así se define en general la belleza:
Belleza. (de bello) :
1. f. Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas.
2. f. Mujer notable por su hermosura.
Etimológicamente, “bello” proviene del latín, de bellus, era la expresión popular para el diminutivo de bonus, y cuyo significado es “bonito”. Bonus proviene a su vez del pre-clásico duonus, y éste del protoindoeuropeo dwene- cuyo significado engloba todo y es “hacer algo bien, bueno, bonito, hermoso o bello”.
Existe una rama filosófica que estudia la esencia y la percepción de la belleza, se la denomina estética. Desde los griegos clásicos, muchos pensadores han procurado darle significado al concepto de belleza. Para Platón la belleza incluía desde lo físico hasta lo espiritual, así definía como belleza aquello que es adecuado a una finalidad, y es la misma definición para aquello que es bueno, y dicho sea de paso, define el amor como la búsqueda de la belleza. Para Aristóteles, más físico, la belleza era aquello que tenía proporciones perfectas y mantenía una simetría. Para los estoicos, la belleza es el equilibrio entre un objeto y la naturaleza. En Roma, Cicerón distinguió la belleza sensorial de la belleza espiritual, definió a la primera como aquella que tenia buen aspecto, es decir, orden y proporción. Y a la belleza espiritual como acciones de índole moral, aquellas que son dignas. Vitruvio entendía la belleza como goce visual proveniente de la proporción, el color, y también por la utilidad, conveniencia y finalidad de la obra. Longino, inventó el concepto de sublime, para decir que la belleza es contención pues tiene magnitud, lo sublime traspasa los limites, lo bello convence y agrada, lo sublime, involucra y sorprende, la belleza está en los objetos a la vista, en lo sublime el objeto desaparece.
En la Edad Media la belleza se asocia únicamente a moralidad y Dios, desvirtuando los conceptos, llegando a decir que el arte era una expresión del mal, y que lo feo era bello si era útil. San Agustín exaltó la belleza moral sobre la sensible, y manifestó que la belleza física es símbolo de la belleza divina, y que la belleza es unidad, coherencia y armonía de un conjunto. Santo Tomas de Aquino distinguió de nuevo, la bondad de la belleza, y definió la belleza como el esplendor de la forma, el resultado entre la sensibilidad del sujeto y la forma del objeto, y en su obra “Summa Theologica” afirmó: “Lo bello consiste en la debida proporción, porque los sentidos se deleitan con las cosas bien proporcionadas”.
En el Islam, solo se considera arte lo religioso, existen muchos condicionantes a las expresiones artísticas. En la India también el arte es esencialmente religioso, donde lo material siempre aparece mezclado con lo espiritual. En China y Japón también se mezcla materia y espíritu, hombre y naturaleza, las cualidades sensibles y las cualidades sugestivas, la belleza equivale a la armonía del todo.
Con el Renacimiento, siglo XV, resurge nuevamente el arte bajo la concepción de la cultura clásica, y se derogan los tres últimos siglos de dogmatismo en Europa que representó el predominio de la Iglesia. La teología pasa a un segundo plano y el estudio se dirige a la naturaleza y la investigación empírica. Se racionalizó el arte y se volvió a los conceptos de proporción y simetría, y así nació la perspectiva o estudio de proporciones. Luca Pacioli en su obra “De Divina Proportione (1509)” habla del numero áureo, representado por la letra griega φ (phi), él cual posee propiedades de relación y proporción que se encuentran tanto en algunas figuras geométricas como en el naturaleza, en elementos tales como caracolas, nervaduras de algunos árboles, en el grosor de sus ramas, etc. Leonardo Da Vinci dio más importancia al color que a la línea, y su pintura destacó por los contrastes y la transición de los tonos, buscaba reflejar vida en la pintura, inventó la técnica del sfumato y del claroscuro, decía que la pintura es la suma de la luz y la oscuridad, que la tiniebla es el cuerpo y la luz el espíritu, siendo la mezcla de ambos la vida.
Tras el renacimiento empírico y coincidiendo con las teorías astronómicas de Kepler y Copernico, las cuales desplazan al hombre como centro del universo, la belleza se relativiza y la verdad se subjetiviza a la visión del artista. Durante el Barroco, el teatro cobra más importancia, como expresión de una belleza que se ha vuelto un tanto artificial, el teatro manifiesta la imaginación y el ingenio, Shakespeare es un buen representante. Descartes crea su “Discurso del Método (1637)” y descataloga el arte como conocimiento, mientras los empiristas defienden que no puede existir un método pues la experiencia es subjetiva para cada individuo, y la belleza no es cualidad de las cosas sino que existe en la mente de quien contempla.
En la Ilustración, siglo XVIII, fruto de la ambivalencia del legado de Descartes y su racionalización de la estética, y por otro lado, el empirismo que aboga por la imaginación, surge la crítica y el proyecto de ilustrar una Enciclopedia como modo de síntesis del conocimiento. La consecuencia es una nueva definición de belleza que incluye el conocimiento, Leibniz afirma que la belleza no es una forma sino el dinamismo de algo que fluye, y Winckelmann dice que la belleza es la materialización de una idea. Immanuel Kant también intentó descubrir el motivo de la belleza, en su obra de la crítica de la razón, establece una razón objetiva que es el entendimiento, y una razón subjetiva que es la imaginación, a la belleza le otorga la capacidad de armonizar entendimiento e imaginación, pero es una sensación y no puede ser razonada.
El Romanticismo es la herencia del idealismo de Kant, el arte es entendido como algo que surge espontáneamente del individuo, es la expresión de las emociones del artista. La nueva visión más sentimental hizo que la belleza incluyera cualquier expresión tanto racional como irracional, lo oscuro, tenebroso o pasional formó parte de lo considerado belleza. Goethe dice que la belleza es la manifestación de las leyes secretas de la naturaleza, Friedrich Schiller dice que la belleza es la meta del hombre donde se reúnen una facultad teórica y otra práctica, y Wilhelm Heinrich Wackenroder dice que el arte es un lenguaje cifrado de Dios donde se representa lo invisible en lo visible y lo visible es la belleza. Hegel, en su obra “Diálogo sobre la poesía” afirma “Tengo la certeza de que el supremo acto de la razón, aquel en que ésta comprende la totalidad de las ideas, es un acto estético, y que verdad y bondad están íntimamente fundidas tan sólo en la belleza”, y opinaba que el conocimiento avanza a través de la confrontación de opuestos, como en la dialéctica que se basa en tesis-antitesis-síntesis, por tanto, la idea formada en el pensamiento es capaz de alienarse y se proyecta en el exterior a través del arte creando belleza.
Y con el siglo XIX, llegan los cambios sociales producidos por la Revolución francesa y la Revolución industrial, y se crea un concepto de arte que estará subyugado a un método sociológico, así el arte pasa a ser producto y reflejo de la sociedad, que dependerá cada vez más hasta nuestros días de movimientos políticos y el corporativismo del dinero. El arte y la belleza pasan a ser inherentes al uso y utilidad que se le quiera dar a un objeto (o sujeto), asemejándose de esta manera al concepto de funcionalidad. El mecanicismo y el normativismo propio de una sociedad politizada y capitalista, convierte los mal usados conceptos de arte y belleza en artículos concebidos para perecer, cuya moda es la unión de lo vulgar y lo fugaz tanto por su poca originalidad como por su componente efímero, siendo en esencia la más fiel representación de lo anti-estético, lo contrario de lo bello.
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