viernes, 21 de octubre de 2011

Conversaciones con la pereza

“Los hombres están siempre dispuestos a curiosear y averiguar sobre las vidas ajenas, pero les da pereza conocerse a sí mismos y corregir su propia vida.” (San Agustín)

Carmen es una mujer no demasiado mayor que perdió a su marido hace ya algún tiempo… , se ha reunido a tomar un café con su amiga Teresa:

-          Hola Teresa! Te veo estupenda…¿Qué tal estás? ¡Cuéntame…!
-          Hola Carmen, tu también estás estupenda…  Ay! Deja que me siente, que traigo un dolor de espalda!
-          Cualquiera lo diría con lo recia que se te ve!
-          Que una ya tiene años, pero gracias! Ya me dirás entonces como lo haces tú!
-          ¿Yo? ¿Hacer qué?
-          ¡Que como lo haces para tener tanta vitalidad!
-          Ah!? Pues nada, ya sabes tú que yo no hago nada especial.
-          No sé, a lo mejor si, que yo te veo muy contenta y así recién salida de la peluquería.
-          Bueno, es que voy todas las semanas, tú ya lo sabes que me gusta cuidarme.
-          Si, ya lo sé. ¿Y bueno, que tal va todo?
-          Cuéntame tú, que de lo mío ya sabes que no hay mucho que contar.
-          Bueno…Pues mira, el otro día Pedro (es el marido de Teresa) me dijo que este verano ya sabia donde me iba a llevar de vacaciones, que había descubierto un sitio muy bonito y baratito, pero que no me podía decir aún donde es.
-          ¡Que bien! ¿Y cuando te lo dirá?
-          Pues no sé, pero yo he chafardeao un poquillo a ver si encuentro pistas, y he visto que él tiene unos catálogos de cruceros, que van creo que a Italia y más sitios.  ¡Y yo nunca he hecho un crucero de esos!
-          ¡Que bien Teresa! Yo tampoco hice nunca un crucero, ni lo haré…
-          ¿Por qué dices eso? No sabes si algún día lo harás o no. ¡Siempre estamos con lo mismo!, que tú eres joven y aún puedes encontrar otro hombre en tu vida.
-          ¡No, Teresa! Yo quise mucho a mi marido, y no me veo capaz de que otro hombre ocupe su sitio.
-          Pero Carmen… Ya ha pasado mucho tiempo… ¡Y tu estas sola!.... No es bueno que estés sola.
-          ¡Yo no estoy sola! Tengo a mis hijos, y aunque son mayores, les ayudo, y están siempre de visita.
-          No es lo mismo y lo sabes! Tus hijos vienen mucho a verte porque estas sola.
-          Bueno, a mi hijo el mayor lo veo casi todos los días, que viene a comer a veces y también me trae la ropa una vez por semana para que le haga la colada.
-          Si, ya!, pero tu ya me entiendes!. Necesitas un hombre que cuide de ti.
-          Yo no puedo…
-          Te acuerdas tú de mi vecina Pilar? Esa también decía como tú que no encontraría un hombre mejor que su difunto marido, y ha estado mucho tiempo sola y deprimida, hasta ahora. Yo he conocido a su novio y es un señor muy amable y todo un caballero, y ella está encantada.
-          Pero es que yo no puedo… Yo hecho mucho de menos a mi marido… No puedo pensar en otra persona…
-          Carmen, ya es hora de superarlo, no puedes seguir apoyándote en tus hijos, te mereces vivir… Otra persona no va borrar a tu marido, a quien fue el padre de tus hijos… Y te hará igual de feliz que lo fuiste con tu marido…
-          No sé, mis hijos es todo lo que necesito.
-          Carmen, querida, tus hijos han de hacer su vida, un día dejaran de venir a visitarte, ¿y que harás entonces?
-          Teresa, hablar de esto me está poniendo muy muy triste, no sigas por favor!
-          Esto es justo lo que tú necesitas. Todavía no has terminado de llorar la ausencia de tu marido, tienes que pasar totalmente el duelo, has de llorar hasta que no puedas mas, es necesario.
-          Ya he llorado bastante, no quiero llorar más. ¡Mira que cara se me pone!
-          ¿Y que mas da la cara? Si sientes ganas de llorar tienes que llorar.
-          No. No quiero llorar. Me salen ojeras. Y me siento muy mal.
-          Carmen, me preocupas! Pensaba que estabas mejor pero no es así. Tienes que soltar a tus hijos, soltar esa tristeza que soportas y salir y conocer gente nueva. Tienes que preocuparte por ti.
-          No me apetece salir y conocer gente. Yo estoy bien.
-          No, no lo estás. Sales con tus amigas de siempre, tan deprimidas o más que tu, y luego te encierras en casa a ver series de televisión hasta que viene uno de tus hijos o llega la hora de dormir. Dime como te diviertes!!!
-          Pues con mis amigas de siempre entre las que estás tú!!
-          No amiga, esto que haces es marear la perdiz, es distraerte para olvidarte de ti misma, y de lo sola que estas. Lo siento pero te lo voy a decir, vienes sonriendo con cara de contenta y radiando una falsa vitalidad, esperando que alguien te cuente su vida porque tu no tienes nada que contar….!No puedes seguir así!
-          ¿¿¿…..???
-          ¿Es verdad o no?
-          Pero…Mmm…no sabía que yo hago eso…  Creo que tienes razón!!!!.... Me siento muy mal…
-          Ven, Carmen. Ven aquí…Lo siento… No te preocupes…Tranquila…Perdóname guapa….Te lo tenia que decir...Lo siento.

( ... Pasados unos minutos Carmen le decía a Teresa….)

-          Gracias Teresa por haber sido tan sincera conmigo, desde que murió mi marido siempre he tenido mucha pereza para salir a divertirme.
-          Lo sé Carmen. Esa pereza es el miedo a sentir. Te da miedo volver a enamorarte porque te da miedo volver a ser abandonada. Es el sentimiento de abandono el que paraliza tu vida.
-          Gracias Teresa por ser tan buena amiga, gracias, gracias, gracias de verdad.
-          Yo te quiero mucho Carmen, ya lo sabes!


La pereza, también conocida con el nombre de acidia, es no querer hacer algo para evitar su consecuencia, pero a diferencia del miedo que es consciente, la pereza es totalmente inconsciente. Se podría decir que lo que el miedo es a la mente, la pereza lo es al cuerpo. La pereza es el resultado del miedo a sentir, es un olvido de sí mismo, y un concentrarse en el exterior y la necesidad únicamente de los demás. La persona evita mirarse para saber lo que le pasa, y no quiere enterarse para no sufrir. Su altruismo necesario es en realidad la huída de si mismo. La pereza da lugar a personas muy extrovertidas, aparentemente muy activas pero cuya verdadera realidad es el estado de inmovilidad de su ser.

La pereza tiene coloquialmente un significado más superficial, relacionado con adjetivos de connotación negativa como gandul o vago, pero más allá de estos considerados defectos cabe señalar la incapacidad de la persona para hacerse cargo de su propia existencia.

sábado, 15 de octubre de 2011

Newton. La Física

“Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes.” (Sir Isaac Newton)

Isaac Newton nació y murió en Inglaterra (1643-1727). Fue físico, filósofo, teólogo, inventor, alquimista y matemático. Desarrolló enormemente el cálculo matemático y enunció leyes para la gravitación universal y para la mecánica clásica. También desarrolló estudios sobre la naturaleza de la luz, la velocidad del sonido, los fluidos, y teorizó sobre el origen de las estrellas. Lo que es menos sabido, es que tiene más escritos sobre alquimia y religión, que sobre conocimientos científicos.

Newton es conocido como el padre de la física. Es el autor de los “Philosophiae naturalis principia mathematica”, que traducido significa “Principios matemáticos de la filosofía natural”, pero que se ha dado en llamar “Leyes de la física”. Newton aprendió filosofía natural de los trabajos de los filósofos griegos clásicos, que son quienes interesándose por los orígenes del mundo, estudiaron la naturaleza y dejaron escritos sus descubrimientos, de los cuales se han nutrido todos los grandes pensadores de la historia. La palabra “física” deriva del latín “physica”, y este a su vez del griego “τ φυσικά” cuyo significado es “naturaleza”. Así, la física se define como el estudio de las interacciones de la naturaleza.

Newton desarrolló mucho la formulación de cálculos matemáticos: el cálculo diferencial, integral, series infinitas, el teorema del binomio. Y también investigó en el campo de la geometría analítica. En su trabajo con la luz demostró que la luz blanca estaba formada por una banda de colores, e inventó el telescopio reflector para evitar la aberración cromática del prisma de los antiguos telescopios. Formuló matemáticamente las 3 leyes de Kepler con la ley de la gravitación universal, donde postulaba la existencia de una atracción entre los cuerpos celestes que además era proporcional a sus masas. Esta ecuación funcionaba para todos los planetas del sistema solar excepto Mercurio, cuya cercanía al Sol produce pequeñas discrepancias en los cálculos que no fueron explicadas hasta la llegada de la teoría de la relatividad de Einstein, demostrando a la vez, que la aparente fuerza de la gravedad, no es una fuerza sino una consecuencia resultante del movimiento.

Las 3 leyes o principios enunciados por Newton sobre la dinámica son:
-          La ley de inercia: Todo cuerpo mantiene reposo o un movimiento uniforme y rectilíneo, mientras no interaccione con una fuerza externa.
-          La ley de la interacción y la fuerza: El cambio de movimiento de un cuerpo es proporcional a la fuerza motriz externa. Este edicto corresponde a la famosa fórmula F=m·a
-          La ley de acción-reacción: Con toda acción sucede una reacción igual y contraria.

Newton también formó parte de la clase política y llegó a ser “Director de la Moneda”, ocupándose en perseguir falsificadores. Parece ser que fue quien propuso por primera vez el uso del oro como patrón monetario. Su ascenso a la política fue tras la oposición que mantuvo como protestante contra la intención de transformar la universidad donde era profesor en institución católica. En 1703 fue elegido presidente de la Royal Society y en 1705 fue nombrado caballero por la reina Ana como recompensa a los servicios prestados a Inglaterra. A partir de aquí, en los últimos 30 años de su vida, mantuvo el puesto de presidente, abandonó prácticamente la investigación científica y se consagró a los estudios religiosos. Murió a la edad de 84 años.

Como alquimista, Newton escribió multitud de trabajos que firmaba como “Jeova Sanctus Unus”, esto era secreto porque en la época la alquimia era ilegal. A Newton se le considera el último mago, y no se le puede comprender como con su inteligencia y su enorme labor en la investigación científica, dedicara los últimos años de su vida a la teología y la alquimia. Por palabras de Newton, éste concebía la vida como un juego donde él era un niño jugando en la playa, y donde el gran océano de la verdad permanecía misterioso ante él.

Hoy ya es sabido que las leyes de Newton son parciales y solo funcionan en un escenario concreto, en el de los objetos del mundo material. La contribución de Newton fue reunir matemática y filosofía en un todo que se ha dado en llamar física. La ciencia actual, a través de la física cuántica, utiliza ecuaciones más complejas para explicar el movimiento, que abarca tanto el mundo material como el mundo de las partículas más elementales de la materia. Fue a partir de Einstein y los descubrimientos de la química que fueron integradas las dinámicas del movimiento de los astros, de los objetos del mundo material, y los quantos o partículas del átomo. Por la física cuántica ahora se concibe la naturaleza como un universo electro-magnético cuyo aspecto es sólido, sin embargo, ya hay atisbos que presuponen que la realidad, podría ser una representación holográfica.

sábado, 8 de octubre de 2011

Conversaciones con la codicia


“¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia.”
(Epicuro  (341 AC-270 AC) Filósofo griego)

“El dinero no puede hacer que seamos felices, pero es lo único que nos compensa de no serlo.” (Jacinto Benavente (1866-1954) Dramaturgo español)

 
En el patio de su casa, Fermín cuenta a su nieto Daniel, de 13 años, lo que la vida le enseñó:

-          Y como te va el colegio… cuéntame que es lo que más te gusta.
-          Te puedo decir lo que no me gusta, ¡las mates!, ¡odio las mates!
-          Y por qué las odias? Acaso el profesor no lo explica bien?
-          No es por eso, es que a mi no me gustan, no las entiendo, no sé para que sirven.
-          Bueno, eso es porque eres demasiado joven, quizás las tengas que utilizar cuando seas mayor, en tu trabajo.
-          A ti te gustaban las mates abuelo?
-          Bueno, si, a mi me gustaban aunque tampoco servían para nada al principio.
-          Solo sirven para hacer deberes.
-          Ya, pero bueno, hay que entrenarse, quizás de mayor si las necesites, para llevar al menos tu economía domestica.
-          ¿Qué es la economía domestica?
-          Pues la economía es el cálculo del dinero que te gastas, y del dinero que recibes.
-          Ah, ya, lo que mamá se gasta en comida y ropa, el dinero que le dan a papá por trabajar y cosas así.
-          Eso es, muy bien. Hay matemáticas sencillas para tu economía domestica, y otras matemáticas para hacer inventos, tener tu propia empresa, manejar tu dinero, construir casas, etc.
-          Yo quiero saber matemáticas para ganar mucho dinero.
-          Pues si lo que quieres es ganar mucho mucho dinero, no te hacen falta matemáticas, para eso hace falta suerte.
-          Mi amigo Rubén tiene mucho dinero, su papá trabaja en un banco. ¿Allí no usan matemáticas?
-          Si, claro. Allí usan matemáticas, pero el dinero no sale de las matemáticas, sale de la nada.
-          ¿De la nada?
-          Si, verás. Yo soy el papá de Rubén, entonces viene alguien a pedirme dinero, yo le enseño un papel con letras y números, él lo firma, y yo le doy dinero. No hay matemáticas, hay un papel con cosas escritas.
-          ¿Y por qué dices de la nada?
-          Porque en el papel no había nada antes que alguien escribió cosas.
-          Entonces yo quiero aprender a escribir en papeles que den dinero.
-          Eso no se estudia, eso lo inventaron unos señores pero no se lo explican a nadie.
-          ¿Y por qué no?
-          Para que el dinero no lo pueda conseguir cualquiera, solo quien ellos quieran.
-          ¿Entonces nunca podré hacer dinero?
-          Hacerlo no. Tendrás que ganarlo trabajando.
-          ¿Y trabajando en qué?
-          En aquello que más te guste. ¿A ti que te gusta?
-          A mi me gusta montar a caballo, pero papá dice que para ganar dinero hay que estudiar matemáticas.
-          Tendrás que preguntarle a tu padre como llegó a esa conclusión.
-          Ya se lo preguntaré!
-          Yo a tu madre siempre le dije que estudiara lo que ella quisiera, que si le gustaba lo que hacia, entonces podía llegar a ser muy buena, y entonces le vendría la suerte.
-          ¿Y por eso es profesora?
-          Bueno, es que no sabia decidirse, solo sabia que le gustaban los niños, así que lo que aprendió ahora se lo enseña a los niños.
-          Pues yo quiero ganar dinero montando a caballo.
-          ¿Sabes qué quería hacer yo de pequeño?
-          ¿El qué abuelo?
-          ¡Quería ser dibujante!
-          ¿Y por qué no lo fuiste?
-          Porque mis padres quisieron que estudiara matemáticas, y fué lo que hice.
-          ¿Y entonces como ganaste todo el dinero que tenías?
-          ¡Construyendo televisiones!
-          Ah, si!
-          Verás. Yo y un amigo mío teníamos ahorrado un poco de dinero cuando apareció la primera televisión, que era en blanco y negro, todo el mundo la compraba. Y decidimos poner una tienda.
-          Ahí-va!.
-          Y entonces, empezaron a llegar clientes y más clientes, así que pensamos en ganar todavía mas dinero haciendo una fabrica de teles, y empezamos a fabricar también teles.
-          ¿Y usabas las matemáticas?
-          Qué! Mmmm, espera, espera. Fabricábamos muchas teles y las vendíamos en todos lados. Hasta que de repente, después de unos cuantos años, los modelos de las teles cambiaron, y ya no querían las teles que nosotros hacíamos, porque existían otras teles mas modernas.
-          ¿Y qué pasó?
-          Pues mira, pasó que tu abuelo estaba tan contento con las teles y con todo el dinero que ganaba, que no se dio cuenta que sus teles ya nadie las quería. El dinero le cegaba. El entusiasmo y la codicia tenían mucho poder, y tu abuelo que soy yo, se arruinó y se quedó con un montón de deudas, y de teles que nadie quería, y muy triste.
-          Ohhhhh!
-          El dinero me hacía sentir alguien importante, y eso era todo. No me bastó un poco de dinero, quería más. Lo curioso es que cuanto mas obsesionado estaba y mas dinero tenia, menos importante era, pues tu madre y tu abuela que me echaban de menos, también empezaron a olvidarse de mi…... y las matemáticas no me ayudaron.
-          ¿Entonces por qué hay que estudiar matemáticas?
-          Daniel, todo depende. Las matemáticas están bien, pero en la vida es mucho más importante la suerte. Es tan importante la suerte que las matemáticas no importan.
-          ¿Y donde se puede estudiar la suerte?
-          Ayyy, bendita pregunta! La suerte no se estudia, la suerte es que puedas hacer aquello que quieres, aquello que te gusta, si sabes lo que es, claro!
-          ¿Y si puedo hacer lo que yo quiera, ganaré dinero?.
-          Si puedes hacer lo que tú quieras, ya no querrás ganar dinero, porque lo que hagas satisfará tu alma, te colmará la vida y te sentirás feliz.
-          Quieres decir que ya no tendré ganas de ganar mucho dinero, ¿no, abuelo?
-          Yo vivía mejor cuando no tenía dinero, ahora vivo arrepentido de mi codicia, me hizo olvidarme de la familia, me hizo dejarme la salud en un estresante trabajo, y a punto estuvo de que hiciera una tontería.
-          Entonces si yo quiero montar a caballo, y lo consigo, ¿seré feliz?
-          Por descontado que sí!! Serás feliz y serás bueno en ello porque te gusta, y si ganas dinero con ello, te dará igual, porque lo importante es ser feliz.
-          ¿Se lo dirás tú a papá y mamá?
-          Ja,ja,ja!! Yo te ayudaré, pero has de ser valiente, debes decírselo tú.
-          Vale, abuelo! ¿Y las matemáticas?
-          Las matemáticas si te gustan están muy bien, podrás inventar y construir cosas, y si no te gustan es que a lo mejor prefieres el teatro, y puedes ser actor, o te gustan los animales, y eres granjero y tienes caballos, o te gusta la gente, y eres médico, abogado, o vendedor, o te gustan tantas otras cosas.
-          ¡!Lo único que necesito es suerte!!
-          ¡Eso es! Con suerte, el dinero no importa, amarás tanto lo que haces, que la codicia no te interesará en absoluto, porque la codicia, la codicia en realidad sólo es una cosa, la necesidad de sentirte que eres bueno en algo, y feliz con lo que haces. Si ya sabes en qué eres bueno y te hace feliz, acumular dinero sería como coleccionar chapas, o sellos todos iguales.


La codicia es una emoción, es un instinto, surge de la necesidad del ego por competir, para demostrarse de algún modo que es mejor que su contrincante. Por eso la codicia se da mucho más en hombres que en mujeres, porque los hombres son genéricamente de naturaleza más competitiva, mientras las mujeres son de naturaleza más cooperativa. Las mujeres están menos interesadas en ganar dinero, las cifras de una cuenta corriente no significan nada hasta que no se manifiestan en joyas, vestidos y caprichos, pues su verdadero interés es ser atractiva. Ser sagaz en los negocios es una propiedad masculina, desarrollada en parte en muchas mujeres, pero en esencia es una característica de hombres. El ego masculino es visible por la codicia, tal como el ego femenino es visible por la vanidad. Sólo hay una forma de superarlo, es vivirlo y reconocerlo a tiempo, así la pérdida será menor, y el sufrimiento también, porque nada es para siempre, y como todo, la codicia es una prueba más de superación del ego.

sábado, 1 de octubre de 2011

Copérnico. El Heliocentrismo


“Para saber que sabemos lo que sabemos, y saber que no sabemos lo que no sabemos, hay que tener cierto conocimiento” (Nicolás Copérnico).

Nicolás Copérnico (1473-1543), nació y murió en Polonia (antigua Prusia). Fue astrónomo, matemático, clérigo y jurista, entre muchas otras cosas, pues estudió astronomía, matemáticas, medicina, derecho, griego y filosofía. Su fama se debe al desarrollo de la denominada teoría heliocentrista, la cual afirmaba que la Tierra y demás planetas giraban alrededor del Sol, en contraposición a la teoría geocentrista oficialmente admitida en la época, que afirmaba que la Tierra era el centro del universo y tanto el Sol como los planetas giraban a su alrededor.

La obra de Copérnico está publicada en su libro: “De revolutionibus orbium coelestium” (de las revoluciones de las esferas celestes), que es considerado el punto inicial o fundador de la astronomía moderna. Copérnico estuvo escribiendo su libro durante 25 años, retrasando su publicación, la cuál fue realizada finalmente el mismo año de su muerte. El retraso quizás se debiera a la increíble revolución que dicho descubrimiento representaría para el mundo, unido a la oposición de la clase científica y de la Iglesia Católica, quienes iban siendo conocedores de sus ideas. Para la Iglesia admitir el heliocentrismo significaba aceptar los errores sobre astronomía del trabajo de Aristóteles, desarrollado después por Ptolomeo, y asimilado por Santo Tomas de Aquino, en quienes se cimentaba la teoría geocentrista aceptada. Para muchos científicos de la época, la idea tampoco gustaba, pero lo explica el simple hecho de que es algo natural dada la competencia existente siempre entre científicos, y aparte quedaba también la dificultad en admitir la equivocación de las creencias actuales sobre el movimiento de los astros.

Copérnico fue conocedor de los textos antiguos clásicos de los griegos. Parece ser que el primero que habla del movimiento de los planetas es Aristóteles (350 a.C.), estableciendo un sistema geocentrista, sin embargo un contemporáneo suyo y posible discípulo, Heráclides Pontico, dedujo que Mercurio y Venus giraban alrededor del Sol, por lo que afirmó que esto era así y que luego el Sol giraba alrededor de la Tierra. Aún hubo un astrónomo griego, Aristarco de Samos, que tiempo después, unos 100 años, propuso el modelo heliocéntrico, explicando así los movimientos retrógrados de los planetas que parecían ir hacia atrás y luego de nuevo hacia delante. Pero su trabajo no cuajó, quizás no tuvo suficiente difusión, en cambio sí cuajó el posterior trabajo de Claudio Ptolomeo, quién propuso un modelo geométrico que daba explicaciones al movimiento de los planetas a través de un concepto nuevo, los epiciclos, por los cuales los planetas harían un movimiento circular sobre un punto deferente, mientras mantienen su movimiento de traslación alrededor de la Tierra que permanecía inmóvil.

A pesar del trabajo de Copérnico, de los posteriores de Johannes Kepler con su demostración de las tres leyes del movimiento, y toda la obra de Galileo Galilei, quién consiguió todo tipo de evidencias con la invención de un telescopio mejorado, el método de Ptolomeo fue defendido a ultranza por las estructuras gobernantes. Galileo fué discutido por sus astrónomos contemporáneos y perseguido por la Santa Inquisición, incluyendo su trabajo en el  Index librorum prohibitorum(Índice de libros prohibidos), donde añadieron también el de Copérnico y Kepler, y donde permaneció hasta 1757 que el Papa Benedicto XIV autorizara todas las obras sobre el heliocentrismo.

El descubrimiento de Copérnico significó la primera y la más grande revolución científica para el hombre, que no sólo es aplicable a la astronomía sino que también dió paso a la física de Newton, y al pensamiento racional. Las evidencias científicas empezaron a separarse de la fé y las conjeturas de la religión, y todo ello significó un cambio de paradigma. Cabe resaltar que Copérnico y Kepler fueron teólogos y conocedores del pensamiento clásico, así que ambos se enfrentaron a la dicotomía entre las descripciones armónicas y perfectas de las esferas y círculos de los pitagóricos, y las evidencias de un movimiento que resultaba ser elíptico. Quizás si que se sentirían satisfechos si ellos hubieran podido estar en 1916, cuando Einstein mostró en su teoría de la Relatividad General, que en la geometría tetradimensional del espacio-tiempo los cuerpos celestes siguen líneas rectas, indicando así una existencia muy simple de armonía en el universo.
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